Las toallitas higiénicas son un producto cada vez más extendido que produce graves problemas en los desagües si no se usa un método correcto para deshacernos de ellas. Creemos que el retrete es un pozo sin fondo a través del que arrojar todo lo que no queremos en nuestro hogar y que quepa por él. Por eso no es infrecuente que al sistema de alcantarillado vayan a parar gran cantidad de residuos que no se deben arrojar por el retrete. Es el caso de esas toallitas que creemos inofensivas y que acaban formando enormes montañas en las cañerías urbanas, que traen de cabeza a las empresas de aguas y de desatasco por la densidad de sus tapones. Es urgente la concienciación sobre los graves peligros que conlleva arrojar estas toallitas supuestamente desechables por el WC. La norma es arrojarlas a una papelera ya que además de ahorrarnos posibles atascos contribuimos a un mundo más sostenible. Recordemos que esa sostenibilidad está directamente relacionada con el tiempo que tardan en desaparecer de forma natural diversos elementos. En el caso de las toallitas no se degradan hasta que pasan meses, y en algunos casos pueden transcurrir años hasta que se integren en su medio.
El lugar en el que se reúnen varios desagües y que conocemos como “arqueta” es el sitio preferido por las toallitas para desarrollar su monstruoso plan. Inmensos tapones de estos elementos son extraídos a diario, formando compañía con pañales, compresas y textiles. Pero además de estos elementos para los que no está diseñado el sistema de evacuación de aguas residuales, otros fluidos como el exceso de jabón, aceite o grasa, o restos de comida, se dan cita en los colectores para producir todo tipo de efectos perjudiciales, muchos de ellos en conjunción con las toallitas.
Cada vez es más habitual que estos tapones se producen cerca de las viviendas, lo que trae consigo atascos con desbordamientos altamente insalubres y que afectan a la economía familiar. Estas molestas toallitas están formadas por fibras sintéticas no tejidas, de alta resistencia y humedad y una composición que dilata mucho el tiempo que tardan en dispersarse en el agua. Este problema se agrava al entrar estos elementos en contacto con el aceite y las grasas alimentarias, llegando a formar madejas muy densas, que actúan como captadores de otros residuos sólidos.
